Julio Cesar Chavez Jr.

🇲🇽⚖️ “No todo es culpa del gringo”: la detención de Chávez Jr. y la lección que no queremos ver ⚖️🇲🇽

 

Por La Nostalgia del Fútbol

 

Julio César Chávez Jr. fue detenido esta semana en California por agentes del ICE. No fue en una redada injusta. No lo agarraron cruzando un semáforo mal. No fue un caso más de perfil racial ni un operativo contra trabajadores humildes. Fue arrestado por problemas legales relacionados con posesión de armas y sustancias, temas que llevan años arrastrando su apellido y su sombra.

 

Y sí, duele. Porque no se trata solo del hijo del gran campeón. Se trata de lo que representa.

 

Julio Jr. es el reflejo de muchas de nuestras heridas. Del hijo del ídolo que quiso volar sin alas, del joven que lo tuvo todo pero nunca supo para qué. Es el espejo de una comunidad que muchas veces prefiere justificar en lugar de corregir. Que tapa con “es que somos raza” lo que en realidad es impunidad, prepotencia o simple irresponsabilidad.

 

No, esta vez no fue culpa del gringo.

 

Esta vez no hay que gritar que nos están cazando por ser latinos. No hay que levantar pancartas con consignas de resistencia. Lo que pasó con Chávez Jr. es un llamado duro, triste, pero necesario: nos toca mirar hacia adentro.

 

Porque no podemos seguir viendo la corrupción como parte del folclor. No podemos seguir haciendo negocios “a la mexicana” en un país que se rige por leyes firmes. No podemos seguir creyendo que el compadrazgo nos va a abrir puertas en una tierra donde lo que cuenta es el récord, el expediente, la conducta.

 

Nos toca dejar la paranoia colectiva de que todos están contra nosotros y empezar a preparar mejor a los nuestros. Enseñarles que sí se puede triunfar sin romper reglas. Que sí se puede ser migrante y ser ejemplo. Que la ley no es un enemigo, sino una herramienta si la entiendes y la respetas.

 

A veces los ídolos caen para que despertemos.

 

Julio Jr. fue una promesa que nunca cuajó. Pero su historia aún puede servir, no como lamento, sino como advertencia. Porque no hay nada más triste que ver a uno de los nuestros perderlo todo por creerse invencible.

 

Y ojalá entendamos que la verdadera resistencia no está en gritar, sino en cambiar.